jueves, 26 de agosto de 2010

2. MÉXICO, D.F. BIBLIOTECA NACIONAL DE MÉXICO

Durante más de una década trabajé en la Hemeroteca Nacional, que es parte de la Biblioteca Nacional de México. Se localizan ambas en un monumental edificio de dos cuerpos, ubicado al Sur de Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En esta zona también se hayan otras construcciones para la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl, para teatros, para la escuela de danza, para el Centro Universitario de Teatro, una librería, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, cines y otras dependencias.En el tiempo en que fui académico catalogador de la Hemeroteca, tuve la oportunidad de participar en discusiones sobre la naturaleza de la Biblioteca Nacional, dado el estado de subordinación en que se encuentra al ser parte del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM (IIB). Esas conversaciones también se hacían por la preocupación que nos causaba el notar que la biblioteca no tiene ninguna presencia o trascendencia dentro del territorio nacional, ni incide en las normativas o los planes y programas que tienen que ver con la información, el conocimiento, la documentación o la educación.Como en muchos otros países, la idea de que México tuviera una biblioteca que la identificara como nación y estuviera encargada de juntar, organizar y difundir el patrimonio bibliográfico y documental mexicano se comenzó a fraguar en fecha cercana a la consumación de su Independencia. Sin embargo, como es regla general que las clases gobernantes no se destacan por sus luces, sino que siempre están limitadas en su visión, sea por ambición o por soberbia, no se tuvo una institución bibliotecaria más que por decreto hasta 1867, y de facto hasta la penúltima década del siglo XIX. Esa primera biblioteca fue una suma de desatinos que no enorgullecen a nadie, más dedicada a atender el desorden de sus colecciones y a dar respuesta a las imposiciones gubernamentales que la obligaban a cumplir con tareas educativas.
En medio de un analfabetismo generalizado, a partir del ocaso del siglo decimonónico, la Biblioteca Nacional se involucró en la aventura de la investigación y la compilación bibliográficas, valorando los trabajos previos y promoviendo nuevos, sin lograr que se comprendiera la importancia de los resultados que se iban obteniendo para la educación, la investigación y la cultura en México.
En 1929, luego de la declaración de la autonomía universitaria, el gobierno federal se desharía de la Biblioteca Nacional, entregándosela a la renaciente UNAM para que hiciera con ella lo que quisiera. En contraparte, el gobierno retuvo el Archivo General de la Nación y otros repositorios que habían mostrado mayor utilidad. La única persona a quien le preocupó ver por la Biblioteca Nacional fue el prócer José Vasconcelos.
A inicio de los años 40, Vasconcelos fue nombrado director de la Biblioteca Nacional y retomó un viejo proyecto que había propugnado casi 20 años antes para dotarla de un nuevo edificio que pudiera albergar un millón de libros. En 1944, se le propuso a Vasconcelos que la Biblioteca Nacional se instalara en el edificio de La Ciudadela, donde ahora se encuentra la Biblioteca de México José Vasconcelos. En febrero del siguiente año, el director de la Biblioteca Nacional pidió al Consejo Universitario de la UNAM que formulara la devolución de esa institución al gobierno federal, en particular a la Secretaría de Educación Pública, pero la solicitud fue rechazada. Hasta donde sabemos, ésta fue la última vez que se hizo un intento de tal naturaleza.
En 1967, con los festejos del centenario de la Biblioteca Nacional, se concretó un cambio en la estructura orgánica de la UNAM, al dejar de depender estructuralmente la biblioteca del Rector y pasar a conformarse como parte de un nuevo instituto, dedicado a la investigación bibliográfica (IIB). Con esta acción, inició la pérdida de la que debió haber sido la máxima institución bibliotecaria de la nación.
Es de notar que, sin pretender demeritar los trabajos bibliográficos del IIB, la Biblioteca Nacional de México se ha convertido en otra biblioteca universitaria de la UNAM, que vive en un estado de excepción por una Ley de depósito legal que le garantiza la mayoría de sus adquisiciones, y porque no entra en la definición del Sistema Bibliotecario de la Universidad. A esto hay que agregar que tampoco publica la bibliografía nacional, que sus registros catalográficos son de baja calidad y poco confiables, y que todo el trabajo que realiza sirve sólo a los investigadores del Instituto al que está adscrita y a un número ridículo de usuarios, de entre los cuales alguno se queja ocasionalmente debido a la pobreza de los servicios.
Es triste ver que esta biblioteca meramente se hace notar para exigir que se le reconozca la titularidad de su nombre, como cuando en el sexenio pasado un reconocido escritor por error designó a la Biblioteca Vasconcelos (también conocida como “Megabiblioteca”) con el nombre “Biblioteca Nacional”, y el entonces director del IIB Vicente Quirarte Castañeda fue quien exigió y recibió el desagravio de la Presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Con todo, no podemos negar que ésta sigue siendo una institución misteriosa y encantadora, que aún guarda algo de abolengo trasnochado, de ese que nos gusta a las mentes barrocas. Por este motivo, quien desee conocerla puede ir al Circuito Mario de la Cueva, Centro Cultural Universitario, Ciudad Universitaria de la UNAM. Además, se puede visitar su sitio web http://biblional.bibliog.unam.mx/bibn. Al recinto, se puede llegar en carro o bien tomando un camión interno de la UNAM en el metro Universidad, de la ruta tres. También se puede llegar caminando desde la avenida IMAN, aunque es un poco retirado y no lo recomiendo. Sólo les sugiero no llevar con ustedes a menores de 16 años, pues les obligan a dejarlos en el guardarropa.

* Parte de la información histórica incluida se basa en el libro Ziegler, J. von. (2006). La Columna rota: La Biblioteca de México o La voluntad de construir. México: Océano.

martes, 17 de agosto de 2010

1. MAXCANÚ, YUCATÁN. BIBLIOTECA PÚBLICA MUNICIPAL PROFR. ARSENIO MÉNDEZ GONZÁLEZ

El sábado pasado fuimos a Maxcanú para negociar un apoyo de la presidenta municipal, la señora Marlene Catzín, para que una de nuestras traductoras tecnológicas pueda hacer sus prácticas en ese sitio. Este municipio se encuentra a 65 km. al Oeste de Mérida, y es fronterizo con el estado de Campeche. En la cabecera municipal, del mismo nombre, se encuentra la única biblioteca pública de esta entidad, que lleva el nombre de alguien que debió tener cierta trascendencia local, pues no he podido encontrar mayor referencia para saber quién es. Debe notarse que el municipio tiene 24 poblados, aunque sólo uno cuenta con biblioteca pública.
Esta biblioteca fue fundada el 20 de junio de 1985, pocos meses después de que inició el Programa Nacional de Bibliotecas Públicas. En el año 2008, tenía 9,334 volúmenes, con los que se atendían entre 280 y 460 consultas de los usuarios (en promedio dos consultas por cada usuario). De esta manera, el número máximo de usuarios diarios es de entre 9 y 10.
Esta afluencia de usuarios es de espantar a cualquiera.
Debemos agregar que por razones inefables la estadística del uso de los módulos de servicios digitales se lleva por separado. De este modo, a las anteriores cifras debemos agregar un rango que va de 180 a 420 usuarios del módulo, con lo que se incrementa la afluencia en un máximo de entre 17 y 18 usuarios más por día.
De esta manera, esta biblioteca pública, que abre siete horas entre semana y cuatro horas los sábados, atiende a diario un máximo de 28 usuarios, o sea, cuatro usuarios por hora cualquier día entre lunes y viernes.
Sin embargo, sabemos bien que las cosas no funcionan así en las bibliotecas, y que hay horas pico y momentos de holgura, pero el resultado final por día sigue siendo de espantar. Es preciso comentar que esta cifra es acorde a la percepción que tiene el público sobre la asistencia a la biblioteca pública en otra parte el país, en Aguascalientes, donde en un ejercicio que hicimos para conocer el imaginario social sobre la institución, los encuestados respondieron que esperan que el bibliotecario atienda entre 21 y 30 usuarios diariamente.
El módulo de servicios digitales de esta biblioteca tiene nueve computadoras, y había una conexión a Internet conectada con Infinitum, pero debido al cambio de gobierno municipal el pasado primero de julio se dejó de contratar, por lo que ahora ésta es una materia pendiente.
Lo más dramático que ocurrió hace poco fue la remoción del personal bibliotecario ocurrida luego del cambio de autoridades, pues sólo alcanzó a permanecer una bibliotecaria y parece que se contratarán dos personas más, que seguramente no sabrán nada de la biblioteca y de su administración.
Para los interesados en conocer esta biblioteca pública, se localiza en la calle 18-A s/n, entre las calles 15-B y 17, en el centro de Maxcanú. Cuando la visitamos estaba cerrada por vacaciones, pero a su alrededor bullía la vida ruidosa de un tianguis, que marcaba de manera contrastante la clausura de la biblioteca.

domingo, 8 de agosto de 2010

0. ¿POR QUÉ UN BLOG SOBRE BIBLIOTECAS MEXICANAS?

Hoy quiero iniciar un nuevo blog para abordar la situación de las bibliotecas en mi país.
México es un país de grandes contrastes, donde podemos encontrar bibliotecas que se ostentan como ejemplos de los últimos adelantos en tecnologías, formas de gestión o edificios funcionales, a la par que tenemos bibliotecas con cortes de luz y agua, casi abandonadas. Hay bibliotecas que se localizan en sitios históricos o artísticos, bibliotecas que poseen obras de arte u objetos que bien podrían estar en museos. También existen en México bibliotecas universitarias públicas, bibliotecas museo y otras combinaciones que rompen con la tipología bibliotecaria tradicional.
De todo esto quiero tratar en este blog, y quiero empezarlo ahora como un tributo a mi nación pobre y sufrida, pero con una historia deslumbrante que nos sale a cada paso, en cada rincón, en cada biblioteca.
Elegí para este blog la imagen de la Biblioteca Pública de San Pedro Mártir, que se encuentra en el pueblo de San Pedro Mártir de la Delegación Tlalpan del Distrito Federal, enfrente de la Casa de las Campanas. Siempre me ha impresionado el graffiti mural que adorna su exterior.
Voy a mantener por ahora estos dos blogues, pues de cierta manera se complementan: Uno tratando sobre las bibliotecas mexicanas, y otro sobre los problemas del campo de la información.