sábado, 16 de octubre de 2010

3. CHAPINGO, MÉX. BIBLIOTECA CENTRAL DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CHAPINGO

No había regresado a Chapingo en más de dos décadas, aunque la verdad no encontré grandes cambios, pues sigue el paisaje rural de hacienda, pintado con algunas construcciones recientes. Me impresionó no poder recordar la Biblioteca Central, que algunos dentro del campus llaman “El Panal” por la estructura que cubre sus paredes de cristal.
En febrero de 1963, el presidente López Mateos dio a conocer el Plan Chapingo, destinado a formar profesionistas para estimular el desarrollo agrícola del país. Se buscaba integrar la educación, la investigación y la extensión, para obtener resultados que llegaran con prontitud a los campesinos. La Escuela Nacional de Agricultura se había instalado en lo que fuera la Hacienda de Chapingo, lugar que hasta 1923 fue propiedad del general Manuel González y sus hijos. El general González fue presidente de México y muy cercano al general Porfirio Díaz.
El 22 de febrero de 1967, como parte del Plan Chapingo, se inauguró la biblioteca de la que hablamos, en un edificio que aún se ostenta como el primero construido ex professo en México para albergar una biblioteca. Esta construcción está formada por un cuadrante de 50 metros por lado, lo que nos da 2,500 m2 por cada uno de sus tres pisos, de manera que tiene una superficie total de 7,500 m2, con capacidad para 250 mil volúmenes y con 845 asientos disponibles para la lectura simultánea. Su acceso es por la planta principal, y se llama a los demás niveles “planta baja” y “planta alta”.
En un folleto de guía de servicios del año 2004, destacan como avances relevantes de la biblioteca que comentamos que en el año 1970 se hicieron varios trabajos de compilación en apoyo a la bibliografía agrícola nacional, además de que se le consideró biblioteca tipo para América Latina, por la naturaleza de su colección y su forma de organización. En 1984 comenzó la automatización de sus procesos y en 1992 adquirió el sistema automatizado Dynix, el cual cambió en 1997 por el actual sistema Horizonte.
Sus colecciones son las siguientes: General, de consulta, de tesis, de hemeroteca, de mapoteca, de folletos, de archivo vertical (le llaman de “reimpresos”, pero tiene sobretiros y ponencias sueltas), de diapositivas, de discos compactos (principalmente del INEGI), de videoteca y de colecciones especiales, entre las que destacan los fondos Universidad Autónoma de Chapingo-Colegio de Postgraduados, FAO, INEGI, Congresos Agrícolas Mexicanos, Biblioteconomía, de escritos del Dr. Jerzy Rzedowsky, de estaciones experimentales, el fondo histórico de libros y el archivo histórico, aunque este último no es administrado por el director de la Biblioteca Central, sino que sólo ocupa un espacio dentro del recinto.
La Biblioteca Central alberga alrededor de 107 mil títulos y 155 mil volúmenes de libros y tesis. Además, hay cerca de 17 mil títulos de folletos. Las publicaciones periódicas se adquirieren por compra (unos 200 títulos vigentes) y por canje o donación. También dispone de bases de datos y publicaciones periódicas en línea que se adquieren por suscripción.
La biblioteca tiene 15 computadoras para consulta del OPAC y otras 15 en una sala llamada “Universia”, que está destinadas a la consulta de las bases de datos, las publicaciones periódicas en línea, y también para revisar el correo electrónico. Conforme lo que nos dijo el personal, sólo funcionan 11 de las computadoras para consultar el OPAC y nueve de la sala Universia.
Tiene en estantería abierta las siguientes colecciones: General, de consulta, de mapoteca e INEGI. Todo lo demás está en estantería cerrada. Usa la clasificación decimal de Dewey para organizar sus colecciones y por su tamaño ha dividido la colección general en los pisos de la planta principal y la planta alta de la siguiente forma: En la planta alta están los números 000-595, y en el planta principal se encuentran los números 600-972.
La Biblioteca Central tiene una biblioteca digital en la red, donde se tienen alojadas dos mil tesis publicadas desde el año 2004, así como las publicaciones periódicas propias de la Universidad en formato digital, con un pequeño buscador hacia los artículos.
Tiene un horario de lunes a viernes, de 8:00 a 22:00 horas. Sus servicios inician a las 8:30 horas y terminan a las 21:30 horas. Sus 35 empleados realizan los procesos y proporcionan los servicios de préstamo (interno, a domicilio, especial, interbibliotecario, y de reserva), de consulta (entendida como asesoría bibliográfica), de fotocopiado, de encuadernación, de préstamo de instalaciones (sala de usos múltiples, espacios de lectura, cubículos y módulos individuales), y la sala Universia.
Al preguntar a dos miembros del personal sobre el principal problema de la biblioteca obtuvimos respuestas distintas: Uno nos dijo que los problemas principales son dos: El crecimiento dentro de un espacio cerrado que no puede agrandarse, lo cual están buscando atender con la digitalización y la adquisición de documentos digitales; el otro problema es presupuestal, y ha llevado a que en algunos años no se compre nada. El otro entrevistado nos dijo que el principal problema de la biblioteca es la relación bibliotecarios-usuarios, que se manifiesta en una franca confrontación, en agresiones al acervo y las instalaciones y en situaciones que nos contó y que se refieren a un ambiente muy dañado. Una de las manifestaciones de este problema la encontramos en la planta alta, junto al mostrador de la colección de tesis, donde está un singular cartel que se llama “El Fantasma de la biblioteca”. Había cerca de la entrada otros carteles que hacen referencia a la mutilación del acervo.
Antes de seguir debo aclarar que entre los usuarios potenciales de esta biblioteca se cuentan cerca de siete mil alumnos de la Universidad, de los que asisten entre mil y dos mil usuarios diariamente a usar los servicios bibliotecarios.
Ahora veamos el texto del cartel “El Fantasma de la biblioteca”:
“Dicen que un fantasma se ha instalado en la Biblioteca Central. Dicen que arrasa con todo sin anunciar agua va. Lo mismo destruye, mutila, desaparece libros, que le da por pintarrajear extraños jeroglíficos en los cubículos y salas de estudio. Dicen que ya se ha dado la voz de alarma, pero como el fantasma es un marrullero de marca, los resultados no han sido del todo felices… ¿Acaso tú tienes algunas pista para echarle el guante? Agradeceremos cualquier información.”
Al preguntar a mi informante sobre las causas de esta situación, comentó que se debe a que la Universidad brinda todas las facilidades a los alumnos, y por eso ellos se comportan de manera altanera con los bibliotecarios, lo que ocasiona una respuesta natural. Sin embargo, más adelante indicó que se imparte inducción a la biblioteca a los alumnos de nuevo ingreso, aunque ya no se realiza al 100%. También mencionó que por política de la Universidad, no se puede cobrar nada a los alumnos, y que las sanciones sólo pueden ser temporales. En contraparte, pudimos observar desde la entrada un mensaje que se refiere a la baja del servicio y otro junto a los torniquetes de entrada-salida que indica que los bultos deben dejarse en el guardarropa, donde se lleva un complejo procedimiento de registro en fichas para dejar y retirar los objetos, además de que sólo se aceptan mochilas o portafolios de dimensiones no mayores a 40x20x30 cm. También nos llamó mucho la atención la casi total carencia de señalizaciones para encontrar las colecciones o para localizar los baños.
Quiero agregar que en el campus, con el paso de los años, se han creado otras bibliotecas en los departamentos, las divisiones y los centros de investigación, que suman 17 con acervos que van desde una con 420 títulos y 520 volúmenes en estantería abierta (biblioteca de la UCAME) hasta la de la división de Ciencias Económico-Administrativas con 11,179 títulos y 23,240 volúmenes en estantería abierta. Estas bibliotecas son ajenas a la Biblioteca Central, están automatizadas con el sistema SIABUC, versión 8, proporcionan servicios de préstamo y consulta, ocho de ellas disponen de página web propia, y a partir del año 2005 varias tienen una página con un motor de búsqueda para localización en los catálogos. El sitio de este motor de búsqueda es http://www.bibliotecas.chapingo.mx.
Tanto la Biblioteca Central como las otras bibliotecas son parte de la Red Mexicana de Bibliotecas Agropecuarias (REMBA) y están integradas al Sistema de Información y Documentación Agropecuario de las Américas.
Para los interesados en hacer un viaje al pasado y conocer el primer edificio construido para una biblioteca en nuestro país, la Biblioteca Central de la Universidad Autónoma de Chapingo se encuentra en el km. 38.5 de la carretera México-Texcoco, en el estado de México. La dirección electrónica de su sitio web, con acceso a la biblioteca digital es http://www.ceres.chapingo.mx. Sus teléfonos son (595) 952-1500, ext. 7111, 5741 y 5440.

jueves, 26 de agosto de 2010

2. MÉXICO, D.F. BIBLIOTECA NACIONAL DE MÉXICO

Durante más de una década trabajé en la Hemeroteca Nacional, que es parte de la Biblioteca Nacional de México. Se localizan ambas en un monumental edificio de dos cuerpos, ubicado al Sur de Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En esta zona también se hayan otras construcciones para la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl, para teatros, para la escuela de danza, para el Centro Universitario de Teatro, una librería, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, cines y otras dependencias.En el tiempo en que fui académico catalogador de la Hemeroteca, tuve la oportunidad de participar en discusiones sobre la naturaleza de la Biblioteca Nacional, dado el estado de subordinación en que se encuentra al ser parte del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM (IIB). Esas conversaciones también se hacían por la preocupación que nos causaba el notar que la biblioteca no tiene ninguna presencia o trascendencia dentro del territorio nacional, ni incide en las normativas o los planes y programas que tienen que ver con la información, el conocimiento, la documentación o la educación.Como en muchos otros países, la idea de que México tuviera una biblioteca que la identificara como nación y estuviera encargada de juntar, organizar y difundir el patrimonio bibliográfico y documental mexicano se comenzó a fraguar en fecha cercana a la consumación de su Independencia. Sin embargo, como es regla general que las clases gobernantes no se destacan por sus luces, sino que siempre están limitadas en su visión, sea por ambición o por soberbia, no se tuvo una institución bibliotecaria más que por decreto hasta 1867, y de facto hasta la penúltima década del siglo XIX. Esa primera biblioteca fue una suma de desatinos que no enorgullecen a nadie, más dedicada a atender el desorden de sus colecciones y a dar respuesta a las imposiciones gubernamentales que la obligaban a cumplir con tareas educativas.
En medio de un analfabetismo generalizado, a partir del ocaso del siglo decimonónico, la Biblioteca Nacional se involucró en la aventura de la investigación y la compilación bibliográficas, valorando los trabajos previos y promoviendo nuevos, sin lograr que se comprendiera la importancia de los resultados que se iban obteniendo para la educación, la investigación y la cultura en México.
En 1929, luego de la declaración de la autonomía universitaria, el gobierno federal se desharía de la Biblioteca Nacional, entregándosela a la renaciente UNAM para que hiciera con ella lo que quisiera. En contraparte, el gobierno retuvo el Archivo General de la Nación y otros repositorios que habían mostrado mayor utilidad. La única persona a quien le preocupó ver por la Biblioteca Nacional fue el prócer José Vasconcelos.
A inicio de los años 40, Vasconcelos fue nombrado director de la Biblioteca Nacional y retomó un viejo proyecto que había propugnado casi 20 años antes para dotarla de un nuevo edificio que pudiera albergar un millón de libros. En 1944, se le propuso a Vasconcelos que la Biblioteca Nacional se instalara en el edificio de La Ciudadela, donde ahora se encuentra la Biblioteca de México José Vasconcelos. En febrero del siguiente año, el director de la Biblioteca Nacional pidió al Consejo Universitario de la UNAM que formulara la devolución de esa institución al gobierno federal, en particular a la Secretaría de Educación Pública, pero la solicitud fue rechazada. Hasta donde sabemos, ésta fue la última vez que se hizo un intento de tal naturaleza.
En 1967, con los festejos del centenario de la Biblioteca Nacional, se concretó un cambio en la estructura orgánica de la UNAM, al dejar de depender estructuralmente la biblioteca del Rector y pasar a conformarse como parte de un nuevo instituto, dedicado a la investigación bibliográfica (IIB). Con esta acción, inició la pérdida de la que debió haber sido la máxima institución bibliotecaria de la nación.
Es de notar que, sin pretender demeritar los trabajos bibliográficos del IIB, la Biblioteca Nacional de México se ha convertido en otra biblioteca universitaria de la UNAM, que vive en un estado de excepción por una Ley de depósito legal que le garantiza la mayoría de sus adquisiciones, y porque no entra en la definición del Sistema Bibliotecario de la Universidad. A esto hay que agregar que tampoco publica la bibliografía nacional, que sus registros catalográficos son de baja calidad y poco confiables, y que todo el trabajo que realiza sirve sólo a los investigadores del Instituto al que está adscrita y a un número ridículo de usuarios, de entre los cuales alguno se queja ocasionalmente debido a la pobreza de los servicios.
Es triste ver que esta biblioteca meramente se hace notar para exigir que se le reconozca la titularidad de su nombre, como cuando en el sexenio pasado un reconocido escritor por error designó a la Biblioteca Vasconcelos (también conocida como “Megabiblioteca”) con el nombre “Biblioteca Nacional”, y el entonces director del IIB Vicente Quirarte Castañeda fue quien exigió y recibió el desagravio de la Presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Con todo, no podemos negar que ésta sigue siendo una institución misteriosa y encantadora, que aún guarda algo de abolengo trasnochado, de ese que nos gusta a las mentes barrocas. Por este motivo, quien desee conocerla puede ir al Circuito Mario de la Cueva, Centro Cultural Universitario, Ciudad Universitaria de la UNAM. Además, se puede visitar su sitio web http://biblional.bibliog.unam.mx/bibn. Al recinto, se puede llegar en carro o bien tomando un camión interno de la UNAM en el metro Universidad, de la ruta tres. También se puede llegar caminando desde la avenida IMAN, aunque es un poco retirado y no lo recomiendo. Sólo les sugiero no llevar con ustedes a menores de 16 años, pues les obligan a dejarlos en el guardarropa.

* Parte de la información histórica incluida se basa en el libro Ziegler, J. von. (2006). La Columna rota: La Biblioteca de México o La voluntad de construir. México: Océano.

martes, 17 de agosto de 2010

1. MAXCANÚ, YUCATÁN. BIBLIOTECA PÚBLICA MUNICIPAL PROFR. ARSENIO MÉNDEZ GONZÁLEZ

El sábado pasado fuimos a Maxcanú para negociar un apoyo de la presidenta municipal, la señora Marlene Catzín, para que una de nuestras traductoras tecnológicas pueda hacer sus prácticas en ese sitio. Este municipio se encuentra a 65 km. al Oeste de Mérida, y es fronterizo con el estado de Campeche. En la cabecera municipal, del mismo nombre, se encuentra la única biblioteca pública de esta entidad, que lleva el nombre de alguien que debió tener cierta trascendencia local, pues no he podido encontrar mayor referencia para saber quién es. Debe notarse que el municipio tiene 24 poblados, aunque sólo uno cuenta con biblioteca pública.
Esta biblioteca fue fundada el 20 de junio de 1985, pocos meses después de que inició el Programa Nacional de Bibliotecas Públicas. En el año 2008, tenía 9,334 volúmenes, con los que se atendían entre 280 y 460 consultas de los usuarios (en promedio dos consultas por cada usuario). De esta manera, el número máximo de usuarios diarios es de entre 9 y 10.
Esta afluencia de usuarios es de espantar a cualquiera.
Debemos agregar que por razones inefables la estadística del uso de los módulos de servicios digitales se lleva por separado. De este modo, a las anteriores cifras debemos agregar un rango que va de 180 a 420 usuarios del módulo, con lo que se incrementa la afluencia en un máximo de entre 17 y 18 usuarios más por día.
De esta manera, esta biblioteca pública, que abre siete horas entre semana y cuatro horas los sábados, atiende a diario un máximo de 28 usuarios, o sea, cuatro usuarios por hora cualquier día entre lunes y viernes.
Sin embargo, sabemos bien que las cosas no funcionan así en las bibliotecas, y que hay horas pico y momentos de holgura, pero el resultado final por día sigue siendo de espantar. Es preciso comentar que esta cifra es acorde a la percepción que tiene el público sobre la asistencia a la biblioteca pública en otra parte el país, en Aguascalientes, donde en un ejercicio que hicimos para conocer el imaginario social sobre la institución, los encuestados respondieron que esperan que el bibliotecario atienda entre 21 y 30 usuarios diariamente.
El módulo de servicios digitales de esta biblioteca tiene nueve computadoras, y había una conexión a Internet conectada con Infinitum, pero debido al cambio de gobierno municipal el pasado primero de julio se dejó de contratar, por lo que ahora ésta es una materia pendiente.
Lo más dramático que ocurrió hace poco fue la remoción del personal bibliotecario ocurrida luego del cambio de autoridades, pues sólo alcanzó a permanecer una bibliotecaria y parece que se contratarán dos personas más, que seguramente no sabrán nada de la biblioteca y de su administración.
Para los interesados en conocer esta biblioteca pública, se localiza en la calle 18-A s/n, entre las calles 15-B y 17, en el centro de Maxcanú. Cuando la visitamos estaba cerrada por vacaciones, pero a su alrededor bullía la vida ruidosa de un tianguis, que marcaba de manera contrastante la clausura de la biblioteca.

domingo, 8 de agosto de 2010

0. ¿POR QUÉ UN BLOG SOBRE BIBLIOTECAS MEXICANAS?

Hoy quiero iniciar un nuevo blog para abordar la situación de las bibliotecas en mi país.
México es un país de grandes contrastes, donde podemos encontrar bibliotecas que se ostentan como ejemplos de los últimos adelantos en tecnologías, formas de gestión o edificios funcionales, a la par que tenemos bibliotecas con cortes de luz y agua, casi abandonadas. Hay bibliotecas que se localizan en sitios históricos o artísticos, bibliotecas que poseen obras de arte u objetos que bien podrían estar en museos. También existen en México bibliotecas universitarias públicas, bibliotecas museo y otras combinaciones que rompen con la tipología bibliotecaria tradicional.
De todo esto quiero tratar en este blog, y quiero empezarlo ahora como un tributo a mi nación pobre y sufrida, pero con una historia deslumbrante que nos sale a cada paso, en cada rincón, en cada biblioteca.
Elegí para este blog la imagen de la Biblioteca Pública de San Pedro Mártir, que se encuentra en el pueblo de San Pedro Mártir de la Delegación Tlalpan del Distrito Federal, enfrente de la Casa de las Campanas. Siempre me ha impresionado el graffiti mural que adorna su exterior.
Voy a mantener por ahora estos dos blogues, pues de cierta manera se complementan: Uno tratando sobre las bibliotecas mexicanas, y otro sobre los problemas del campo de la información.