domingo, 17 de febrero de 2013

7. BIBLIOTECAS DE HOTELES

Para Eduardo Ruvalcaba Burgoa
Hotel Mayaland
A veces, al viajar y llegar a un hotel en nuestro país nos enteramos de que en el mismo hay una colección de libros disponible para los huéspedes. De esta manera, una vez que llegué a Cerocahui, en la Sierra Tarahumara chihuahuense, me llevé la sorpresa de encontrar en el hotel Paraíso del Oso, junto a la salida al patio que rodeaban los cuartos, que había un librero con un buen surtido de libros sobre flora y fauna mexicanas. Luego de preguntar, se me dijo que esa era la colección personal del dueño, pero que estaba disponible para los huéspedes como un servicio del hotel. Uno podía leer los libros en la estancia del lobby o llevarlos a su habitación. Lo único que no estaba permitido era sacar los volúmenes del hotel. Lo más notable es que no había ningún control de préstamo establecido, sino que el uso partía del supuesto de la buena fe.
Hotel Castelo
Indagando un poco más, he encontrado que desde el siglo XIX y por influjo de los migrantes extranjeros que llegaron a México se establecieron colecciones de libros, revistas y periódicos en los hoteles para el servicio de los huéspedes. En algunas ocasiones, los libros de esos acervos se adquirían por compras que hacían los propietarios. En otros casos, eran donaciones, o canjes de los propios huéspedes, e incluso pasaban a integrar estas colecciones los libros olvidados en las habitaciones.
Hotel Boutique Casa de Las Velas
Tenemos por ejemplo el caso del Hotel Mayaland, que se localiza en Yucatán, muy cerca de Chichén Itzá. Este establecimiento tuvo una biblioteca para el servicio de sus huéspedes, con una mesa de lectura y bastante iluminación. En la fotografía que aquí mostramos podemos ver que había una reja y que los libros estaban en un librero cerrado. Hasta donde sabemos, el hotel decidió no continuar ofreciendo este servicio a sus clientes.
Hoy en día, son varios los hoteles a lo largo de nuestra nación que tienen bibliotecas. En algunas de ellas, los huéspedes pueden leer y beber un vino, tequila u otra bebida, con la tranquilidad que les brinda el espacio. Un ejemplo es el Hotel Castelo, localizado en Boca del Río, Veracruz, que ofrece una biblioteca con libreros abiertos y está bien iluminada.
Hotel Boutique Demetria
En algunos casos, además de los impresos en las bibliotecas de los hoteles se tienen discos compactos con películas o documentales, e inclusive puede ofrecerse el servicio de acceso a la Internet. Tales son los casos de los hoteles Galería Plaza, en la ciudad de México, en el que la biblioteca se encuentra en el piso ejecutivo, y el del Hotel Boutique Casa de Las Velas, en Puerto Vallarta, Jalisco.
Hay hoteles que prefieren guardar el aroma y sabor del pasado, como es el caso del Hotel Boutique Demetria, en Guadalajara, Jalisco. Este hotel le ha apostado al arte en su manifestación más ostentosa, y su biblioteca no es la excepción. Tiene un aire de biblioteca particular de algún intelectual, con grandes libreros en las paredes, un librero de vitrina y libros colocados en la mesa de centro.
Hotel Quinta Luna
En Cholula, Puebla, se encuentra el Hotel Quinta Luna, que es miembro del World Heritage Alliance (Alianza para el Patrimonio Mundial), por lo que asume su responsabilidad y compromiso en la promoción y el cuidado del patrimonio cultural e histórico de la región. El edificio donde está el hotel es una casona del siglo XVII que se construyó para albergar a un noble indígena. Su biblioteca es un espacio dedicado y confortable, aunque tiene poca iluminación natural, y que también se utiliza para reuniones y eventos. Los huéspedes tienen permitido el acceso y también se les prestan los libros durante su estancia en el hotel.
El tamaño de las colecciones de estos hoteles es variable, pues depende del modelo de funcionamiento concebido por los dueños. De igual forma, los servicios son sencillos y de autoconsumo: Casi siempre hay sólo servicio de préstamo, a veces el visionado de videos y el acceso a la Internet, aunque también puede ser aceptable el intercambio de publicaciones.
La existencia de estas bibliotecas es otro motivo para que los bibliotecarios viajemos por nuestro país.

martes, 11 de enero de 2011

4. SAN FELIPE DEL PROGRESO, MÉXICO. AMOXKALLI DE LA UIEM

Hace un mes tuve la oportunidad de acudir a dar una conferencia a la Universidad Intercultural del Estado de México (UIEM), y al final, antes de regresar al Distrito Federal, pasé a conocer su biblioteca, que ocupa un espacio provisional en un edificio prefabricado. A unos 80 metros puede verse el edificio que albergará, tentivamente a partir de marzo de 2011, la nueva biblioteca y otras oficinas de esta Universidad. Arriba, en la fotografía de la izquierda podemos ver la biblioteca actual, y en la de la derecha, al fondo, el edificio nuevo que se construye.
La UIEM inició el 10 de diciembre de 2003, aunque empezó a funcionar formalmente en septiembre del año 2004, para brindar atención educativa a la población de 23 municipios del estado de México que habla mazahua, ñahñú, matlazinca, náhua, tlahuica y español. El 30% de su población escolar es hispanohablante y los demás hablan alguna lengua indígena, pero generalmente son bilingües. Su oferta educativa es de cuatro carreras: Comunicación intercultural, desarrollo sustentable, lengua y cultura, y salud intercultural.
Es importante anotar que la noción de interculturalidad está en continuo debate en las universidades de este tipo, pues aunque es se sustenta en los conceptos de diferencia y diversidad, aún hay fuertes debates en relación a los alcances, las políticas y los modos de ser interculturales.
Fue sólo hasta hace alrededor de seis meses que la UIEM empezó a ocuparse de sus libros, que según nos narraron habían estado embodegados, sin orden ni concierto. Como ya eran muchos y la mayoría se encontraban en cajas dentro del edificio prefabricado que vimos antes, en el año 2010 decidieron que ya era hora de tener una biblioteca.
Uno de los bibliotecarios fue alumno fundador, y me dijo que nunca había tenido la Universidad una biblioteca antes. Hasta cuando fue contratada la licenciada en biblioteconomía Rosa Isela Ávila Malpica, se comenzó un arduo trabajo de apertura de cajas y separación de muchos cientos de volúmenes que ya se encontraban en muy mal estado o con hongos; luego se hizo un descarte de materiales que no tiene ningún sentido conservarlos, pues no sirven para ninguna de las materias que se imparten o para algún tema de investigación. Los libros descartados se pusieron en una mesa fuera de la biblioteca para donación, y me dicen que hubo gran jolgorio entre los alumnos y profesores, quienes no dejaron un volumen.
En la actualidad, esta biblioteca cuenta con tres recursos humanos (uno es la jefa, Rosa Isela). Tiene cerca de ocho mil volúmenes, que se están catalogando y clasificando conforme el Sistema Decimal de Dewey, aunque la cosa va un poco lenta. Hay asientos como para 20 personas, cinco de los cuales sirven para consultar el mismo número de computadoras dispuestas con Internet para los usuarios. Otras cuatro computadoras se utilizan para los procesos.
Una parte de la colección trata sobre las lenguas indígenas que atiende la Universidad. La biblioteca tiene un presupuesto asignado para compras de libros y suscripciones a revistas y bases de datos, pero es poco y hay una promesa de la Universidad de que en el año 2011, con el nuevo edificio, todo cambiará. Las compras se hacen una vez al año por licitación.
Cualquiera que esté interesado en conocer esta biblioteca, debe trasladarse a San Felipe del Progreso, en el estado de México, en donde se encuentra la Universidad en el Libramiento Francisco Villa s/n, colonia Centro. Su teléfono es el 01-712-123-5963. Se llega vía Atlacomulco. El sitio web de la Universidad es http://uiem.no-io.info/uiem, aunque anuncia que está en construcción y le falta alguna información. Visitar esta universidad y conocer su biblioteca vale la pena.

sábado, 16 de octubre de 2010

3. CHAPINGO, MÉX. BIBLIOTECA CENTRAL DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CHAPINGO

No había regresado a Chapingo en más de dos décadas, aunque la verdad no encontré grandes cambios, pues sigue el paisaje rural de hacienda, pintado con algunas construcciones recientes. Me impresionó no poder recordar la Biblioteca Central, que algunos dentro del campus llaman “El Panal” por la estructura que cubre sus paredes de cristal.
En febrero de 1963, el presidente López Mateos dio a conocer el Plan Chapingo, destinado a formar profesionistas para estimular el desarrollo agrícola del país. Se buscaba integrar la educación, la investigación y la extensión, para obtener resultados que llegaran con prontitud a los campesinos. La Escuela Nacional de Agricultura se había instalado en lo que fuera la Hacienda de Chapingo, lugar que hasta 1923 fue propiedad del general Manuel González y sus hijos. El general González fue presidente de México y muy cercano al general Porfirio Díaz.
El 22 de febrero de 1967, como parte del Plan Chapingo, se inauguró la biblioteca de la que hablamos, en un edificio que aún se ostenta como el primero construido ex professo en México para albergar una biblioteca. Esta construcción está formada por un cuadrante de 50 metros por lado, lo que nos da 2,500 m2 por cada uno de sus tres pisos, de manera que tiene una superficie total de 7,500 m2, con capacidad para 250 mil volúmenes y con 845 asientos disponibles para la lectura simultánea. Su acceso es por la planta principal, y se llama a los demás niveles “planta baja” y “planta alta”.
En un folleto de guía de servicios del año 2004, destacan como avances relevantes de la biblioteca que comentamos que en el año 1970 se hicieron varios trabajos de compilación en apoyo a la bibliografía agrícola nacional, además de que se le consideró biblioteca tipo para América Latina, por la naturaleza de su colección y su forma de organización. En 1984 comenzó la automatización de sus procesos y en 1992 adquirió el sistema automatizado Dynix, el cual cambió en 1997 por el actual sistema Horizonte.
Sus colecciones son las siguientes: General, de consulta, de tesis, de hemeroteca, de mapoteca, de folletos, de archivo vertical (le llaman de “reimpresos”, pero tiene sobretiros y ponencias sueltas), de diapositivas, de discos compactos (principalmente del INEGI), de videoteca y de colecciones especiales, entre las que destacan los fondos Universidad Autónoma de Chapingo-Colegio de Postgraduados, FAO, INEGI, Congresos Agrícolas Mexicanos, Biblioteconomía, de escritos del Dr. Jerzy Rzedowsky, de estaciones experimentales, el fondo histórico de libros y el archivo histórico, aunque este último no es administrado por el director de la Biblioteca Central, sino que sólo ocupa un espacio dentro del recinto.
La Biblioteca Central alberga alrededor de 107 mil títulos y 155 mil volúmenes de libros y tesis. Además, hay cerca de 17 mil títulos de folletos. Las publicaciones periódicas se adquirieren por compra (unos 200 títulos vigentes) y por canje o donación. También dispone de bases de datos y publicaciones periódicas en línea que se adquieren por suscripción.
La biblioteca tiene 15 computadoras para consulta del OPAC y otras 15 en una sala llamada “Universia”, que está destinadas a la consulta de las bases de datos, las publicaciones periódicas en línea, y también para revisar el correo electrónico. Conforme lo que nos dijo el personal, sólo funcionan 11 de las computadoras para consultar el OPAC y nueve de la sala Universia.
Tiene en estantería abierta las siguientes colecciones: General, de consulta, de mapoteca e INEGI. Todo lo demás está en estantería cerrada. Usa la clasificación decimal de Dewey para organizar sus colecciones y por su tamaño ha dividido la colección general en los pisos de la planta principal y la planta alta de la siguiente forma: En la planta alta están los números 000-595, y en el planta principal se encuentran los números 600-972.
La Biblioteca Central tiene una biblioteca digital en la red, donde se tienen alojadas dos mil tesis publicadas desde el año 2004, así como las publicaciones periódicas propias de la Universidad en formato digital, con un pequeño buscador hacia los artículos.
Tiene un horario de lunes a viernes, de 8:00 a 22:00 horas. Sus servicios inician a las 8:30 horas y terminan a las 21:30 horas. Sus 35 empleados realizan los procesos y proporcionan los servicios de préstamo (interno, a domicilio, especial, interbibliotecario, y de reserva), de consulta (entendida como asesoría bibliográfica), de fotocopiado, de encuadernación, de préstamo de instalaciones (sala de usos múltiples, espacios de lectura, cubículos y módulos individuales), y la sala Universia.
Al preguntar a dos miembros del personal sobre el principal problema de la biblioteca obtuvimos respuestas distintas: Uno nos dijo que los problemas principales son dos: El crecimiento dentro de un espacio cerrado que no puede agrandarse, lo cual están buscando atender con la digitalización y la adquisición de documentos digitales; el otro problema es presupuestal, y ha llevado a que en algunos años no se compre nada. El otro entrevistado nos dijo que el principal problema de la biblioteca es la relación bibliotecarios-usuarios, que se manifiesta en una franca confrontación, en agresiones al acervo y las instalaciones y en situaciones que nos contó y que se refieren a un ambiente muy dañado. Una de las manifestaciones de este problema la encontramos en la planta alta, junto al mostrador de la colección de tesis, donde está un singular cartel que se llama “El Fantasma de la biblioteca”. Había cerca de la entrada otros carteles que hacen referencia a la mutilación del acervo.
Antes de seguir debo aclarar que entre los usuarios potenciales de esta biblioteca se cuentan cerca de siete mil alumnos de la Universidad, de los que asisten entre mil y dos mil usuarios diariamente a usar los servicios bibliotecarios.
Ahora veamos el texto del cartel “El Fantasma de la biblioteca”:
“Dicen que un fantasma se ha instalado en la Biblioteca Central. Dicen que arrasa con todo sin anunciar agua va. Lo mismo destruye, mutila, desaparece libros, que le da por pintarrajear extraños jeroglíficos en los cubículos y salas de estudio. Dicen que ya se ha dado la voz de alarma, pero como el fantasma es un marrullero de marca, los resultados no han sido del todo felices… ¿Acaso tú tienes algunas pista para echarle el guante? Agradeceremos cualquier información.”
Al preguntar a mi informante sobre las causas de esta situación, comentó que se debe a que la Universidad brinda todas las facilidades a los alumnos, y por eso ellos se comportan de manera altanera con los bibliotecarios, lo que ocasiona una respuesta natural. Sin embargo, más adelante indicó que se imparte inducción a la biblioteca a los alumnos de nuevo ingreso, aunque ya no se realiza al 100%. También mencionó que por política de la Universidad, no se puede cobrar nada a los alumnos, y que las sanciones sólo pueden ser temporales. En contraparte, pudimos observar desde la entrada un mensaje que se refiere a la baja del servicio y otro junto a los torniquetes de entrada-salida que indica que los bultos deben dejarse en el guardarropa, donde se lleva un complejo procedimiento de registro en fichas para dejar y retirar los objetos, además de que sólo se aceptan mochilas o portafolios de dimensiones no mayores a 40x20x30 cm. También nos llamó mucho la atención la casi total carencia de señalizaciones para encontrar las colecciones o para localizar los baños.
Quiero agregar que en el campus, con el paso de los años, se han creado otras bibliotecas en los departamentos, las divisiones y los centros de investigación, que suman 17 con acervos que van desde una con 420 títulos y 520 volúmenes en estantería abierta (biblioteca de la UCAME) hasta la de la división de Ciencias Económico-Administrativas con 11,179 títulos y 23,240 volúmenes en estantería abierta. Estas bibliotecas son ajenas a la Biblioteca Central, están automatizadas con el sistema SIABUC, versión 8, proporcionan servicios de préstamo y consulta, ocho de ellas disponen de página web propia, y a partir del año 2005 varias tienen una página con un motor de búsqueda para localización en los catálogos. El sitio de este motor de búsqueda es http://www.bibliotecas.chapingo.mx.
Tanto la Biblioteca Central como las otras bibliotecas son parte de la Red Mexicana de Bibliotecas Agropecuarias (REMBA) y están integradas al Sistema de Información y Documentación Agropecuario de las Américas.
Para los interesados en hacer un viaje al pasado y conocer el primer edificio construido para una biblioteca en nuestro país, la Biblioteca Central de la Universidad Autónoma de Chapingo se encuentra en el km. 38.5 de la carretera México-Texcoco, en el estado de México. La dirección electrónica de su sitio web, con acceso a la biblioteca digital es http://www.ceres.chapingo.mx. Sus teléfonos son (595) 952-1500, ext. 7111, 5741 y 5440.

jueves, 26 de agosto de 2010

2. MÉXICO, D.F. BIBLIOTECA NACIONAL DE MÉXICO

Durante más de una década trabajé en la Hemeroteca Nacional, que es parte de la Biblioteca Nacional de México. Se localizan ambas en un monumental edificio de dos cuerpos, ubicado al Sur de Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En esta zona también se hayan otras construcciones para la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl, para teatros, para la escuela de danza, para el Centro Universitario de Teatro, una librería, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, cines y otras dependencias.En el tiempo en que fui académico catalogador de la Hemeroteca, tuve la oportunidad de participar en discusiones sobre la naturaleza de la Biblioteca Nacional, dado el estado de subordinación en que se encuentra al ser parte del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM (IIB). Esas conversaciones también se hacían por la preocupación que nos causaba el notar que la biblioteca no tiene ninguna presencia o trascendencia dentro del territorio nacional, ni incide en las normativas o los planes y programas que tienen que ver con la información, el conocimiento, la documentación o la educación.Como en muchos otros países, la idea de que México tuviera una biblioteca que la identificara como nación y estuviera encargada de juntar, organizar y difundir el patrimonio bibliográfico y documental mexicano se comenzó a fraguar en fecha cercana a la consumación de su Independencia. Sin embargo, como es regla general que las clases gobernantes no se destacan por sus luces, sino que siempre están limitadas en su visión, sea por ambición o por soberbia, no se tuvo una institución bibliotecaria más que por decreto hasta 1867, y de facto hasta la penúltima década del siglo XIX. Esa primera biblioteca fue una suma de desatinos que no enorgullecen a nadie, más dedicada a atender el desorden de sus colecciones y a dar respuesta a las imposiciones gubernamentales que la obligaban a cumplir con tareas educativas.
En medio de un analfabetismo generalizado, a partir del ocaso del siglo decimonónico, la Biblioteca Nacional se involucró en la aventura de la investigación y la compilación bibliográficas, valorando los trabajos previos y promoviendo nuevos, sin lograr que se comprendiera la importancia de los resultados que se iban obteniendo para la educación, la investigación y la cultura en México.
En 1929, luego de la declaración de la autonomía universitaria, el gobierno federal se desharía de la Biblioteca Nacional, entregándosela a la renaciente UNAM para que hiciera con ella lo que quisiera. En contraparte, el gobierno retuvo el Archivo General de la Nación y otros repositorios que habían mostrado mayor utilidad. La única persona a quien le preocupó ver por la Biblioteca Nacional fue el prócer José Vasconcelos.
A inicio de los años 40, Vasconcelos fue nombrado director de la Biblioteca Nacional y retomó un viejo proyecto que había propugnado casi 20 años antes para dotarla de un nuevo edificio que pudiera albergar un millón de libros. En 1944, se le propuso a Vasconcelos que la Biblioteca Nacional se instalara en el edificio de La Ciudadela, donde ahora se encuentra la Biblioteca de México José Vasconcelos. En febrero del siguiente año, el director de la Biblioteca Nacional pidió al Consejo Universitario de la UNAM que formulara la devolución de esa institución al gobierno federal, en particular a la Secretaría de Educación Pública, pero la solicitud fue rechazada. Hasta donde sabemos, ésta fue la última vez que se hizo un intento de tal naturaleza.
En 1967, con los festejos del centenario de la Biblioteca Nacional, se concretó un cambio en la estructura orgánica de la UNAM, al dejar de depender estructuralmente la biblioteca del Rector y pasar a conformarse como parte de un nuevo instituto, dedicado a la investigación bibliográfica (IIB). Con esta acción, inició la pérdida de la que debió haber sido la máxima institución bibliotecaria de la nación.
Es de notar que, sin pretender demeritar los trabajos bibliográficos del IIB, la Biblioteca Nacional de México se ha convertido en otra biblioteca universitaria de la UNAM, que vive en un estado de excepción por una Ley de depósito legal que le garantiza la mayoría de sus adquisiciones, y porque no entra en la definición del Sistema Bibliotecario de la Universidad. A esto hay que agregar que tampoco publica la bibliografía nacional, que sus registros catalográficos son de baja calidad y poco confiables, y que todo el trabajo que realiza sirve sólo a los investigadores del Instituto al que está adscrita y a un número ridículo de usuarios, de entre los cuales alguno se queja ocasionalmente debido a la pobreza de los servicios.
Es triste ver que esta biblioteca meramente se hace notar para exigir que se le reconozca la titularidad de su nombre, como cuando en el sexenio pasado un reconocido escritor por error designó a la Biblioteca Vasconcelos (también conocida como “Megabiblioteca”) con el nombre “Biblioteca Nacional”, y el entonces director del IIB Vicente Quirarte Castañeda fue quien exigió y recibió el desagravio de la Presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Con todo, no podemos negar que ésta sigue siendo una institución misteriosa y encantadora, que aún guarda algo de abolengo trasnochado, de ese que nos gusta a las mentes barrocas. Por este motivo, quien desee conocerla puede ir al Circuito Mario de la Cueva, Centro Cultural Universitario, Ciudad Universitaria de la UNAM. Además, se puede visitar su sitio web http://biblional.bibliog.unam.mx/bibn. Al recinto, se puede llegar en carro o bien tomando un camión interno de la UNAM en el metro Universidad, de la ruta tres. También se puede llegar caminando desde la avenida IMAN, aunque es un poco retirado y no lo recomiendo. Sólo les sugiero no llevar con ustedes a menores de 16 años, pues les obligan a dejarlos en el guardarropa.

* Parte de la información histórica incluida se basa en el libro Ziegler, J. von. (2006). La Columna rota: La Biblioteca de México o La voluntad de construir. México: Océano.

martes, 17 de agosto de 2010

1. MAXCANÚ, YUCATÁN. BIBLIOTECA PÚBLICA MUNICIPAL PROFR. ARSENIO MÉNDEZ GONZÁLEZ

El sábado pasado fuimos a Maxcanú para negociar un apoyo de la presidenta municipal, la señora Marlene Catzín, para que una de nuestras traductoras tecnológicas pueda hacer sus prácticas en ese sitio. Este municipio se encuentra a 65 km. al Oeste de Mérida, y es fronterizo con el estado de Campeche. En la cabecera municipal, del mismo nombre, se encuentra la única biblioteca pública de esta entidad, que lleva el nombre de alguien que debió tener cierta trascendencia local, pues no he podido encontrar mayor referencia para saber quién es. Debe notarse que el municipio tiene 24 poblados, aunque sólo uno cuenta con biblioteca pública.
Esta biblioteca fue fundada el 20 de junio de 1985, pocos meses después de que inició el Programa Nacional de Bibliotecas Públicas. En el año 2008, tenía 9,334 volúmenes, con los que se atendían entre 280 y 460 consultas de los usuarios (en promedio dos consultas por cada usuario). De esta manera, el número máximo de usuarios diarios es de entre 9 y 10.
Esta afluencia de usuarios es de espantar a cualquiera.
Debemos agregar que por razones inefables la estadística del uso de los módulos de servicios digitales se lleva por separado. De este modo, a las anteriores cifras debemos agregar un rango que va de 180 a 420 usuarios del módulo, con lo que se incrementa la afluencia en un máximo de entre 17 y 18 usuarios más por día.
De esta manera, esta biblioteca pública, que abre siete horas entre semana y cuatro horas los sábados, atiende a diario un máximo de 28 usuarios, o sea, cuatro usuarios por hora cualquier día entre lunes y viernes.
Sin embargo, sabemos bien que las cosas no funcionan así en las bibliotecas, y que hay horas pico y momentos de holgura, pero el resultado final por día sigue siendo de espantar. Es preciso comentar que esta cifra es acorde a la percepción que tiene el público sobre la asistencia a la biblioteca pública en otra parte el país, en Aguascalientes, donde en un ejercicio que hicimos para conocer el imaginario social sobre la institución, los encuestados respondieron que esperan que el bibliotecario atienda entre 21 y 30 usuarios diariamente.
El módulo de servicios digitales de esta biblioteca tiene nueve computadoras, y había una conexión a Internet conectada con Infinitum, pero debido al cambio de gobierno municipal el pasado primero de julio se dejó de contratar, por lo que ahora ésta es una materia pendiente.
Lo más dramático que ocurrió hace poco fue la remoción del personal bibliotecario ocurrida luego del cambio de autoridades, pues sólo alcanzó a permanecer una bibliotecaria y parece que se contratarán dos personas más, que seguramente no sabrán nada de la biblioteca y de su administración.
Para los interesados en conocer esta biblioteca pública, se localiza en la calle 18-A s/n, entre las calles 15-B y 17, en el centro de Maxcanú. Cuando la visitamos estaba cerrada por vacaciones, pero a su alrededor bullía la vida ruidosa de un tianguis, que marcaba de manera contrastante la clausura de la biblioteca.